SE VINO LA LOCURA DEL
CARNAVAL
Varios estudiantes de diferentes centros
educativos de Quito iniciaron con el juego de Carnaval que, entre sus
tradiciones, está el jugar con agua, talco o maicena y espuma de carnaval. Sitios
como el parque de La Alameda, especialmente su laguna artificial, se convierten
en uno de los atractivos para jóvenes de
diferentes colegios de la Capital, para disfrutar de esta fiebre tradicional.
El Carnaval es una fiesta de
alegría y tradición que se disfruta con grandes y pequeños, y que además, es
una atracción turística para quienes visitan el país ¡VIVA EL CARNAVAL! con su rostro lleno de alegría, manifestó un
estudiante del Colegio Mejía.
El carnaval ecuatoriano es muy
cultural y es una tradición que ha acompañado por muchos años a los capitalinos
y porque no a los ecuatorianos. En la actualidad, las autoridades nacionales,
seccionales y locales, buscan "culturizar" esta fiesta tradicional,
especialmente, en torno al uso del agua, buscando, por un lado, preservar el
recurso vital y por otro reducir las agresiones a los transeúntes.
Una celebración diferente es la
que se lleva a cabo en Ambato, tierra de las flores y de las frutas, donde
la característica, a diferencia del resto del Ecuador, son las comparsas
culturales, se efectúa el desfile de carros alegóricos, decorados con flores y
frutas de la zona y llegan delegaciones de otros países para desfilar en él, tradiciones
ambateñas que en los últimos años se ha buscado extender a todos los rincones del
país. En la costa, en ciudades como Esmeraldas se realizan festivales
internacionales de culturas afro americanas, principalmente, en el Balneario las Palmas.
En el sur del país, en las
provincias de Azuay y Cañar, también se utiliza el agua y
algunos otros elementos como la harina en una especie de guerras, normalmente
entre familiares y conocidos. Además también existen varios espectáculos
públicos y privados.
En Guayaquil, capital
económica y la ciudad más grande y poblada del Ecuador, denominada "La
Perla del Pacífico", por iniciativa
de su municipalidad se promueve un festival de cultura, con diversas actividades
en las que participan niños, jóvenes y adultos. Esta fiesta se constituye en un
acontecimiento turístico y cultural de gran envergadura en la ciudad. Shows
artísticos, Desfiles con carros alegóricos, comparsas, entre otras actividades,
no han permitido que la imagen de un carnaval de juegos con agua, tinta, harina
y aceite, se pierda totalmente de la mente guayaquileña.
En Quito, muchos de los
capitalinos aprovechan estas fechas para visitar otros lugares del país, especialmente
la Costa y la Amazonía. Gran porcentaje de los que se quedan mantiene la
tradición del agua, harina y espuma, especialmente los jóvenes.
Los orígenes del Carnaval se
remontan a los tiempos de la Antigua Sumeria, hace más de cinco mil años,
posteriormente fueron transmitidos a los egipcios, griegos, al imperio romano y
así a toda Europa. En América fue introducido a través de los navegantes
españoles y portugueses durante la conquista y posterior colonización, en el
siglo XV.
Con el paso del tiempo, el
carnaval fue adoptado por los pueblos que poseen tradición cristiana, es así
que la iglesia y algunos pontífices se encargaron de frenar el libertinaje del
Carnaval de la antigüedad y lo transforman en un ritual de celebración, comida,
fiesta que se celebra antes de la cuaresma, tiempo de recogimiento y ayunos
previos a la semana santa.
Es necesario citar la riqueza
ancestral de los rituales que se llevaban a cabo en el continente americano en
épocas prehispánicas, donde se encontraron que civilizaciones con tradiciones,
cultos, rituales desarrollados, tenían una profunda relación con la naturaleza,
el ciclo lunar, la agronomía y sus dioses; su cosmovisión resaltaba en la
celebración la llegada de la primavera que durante la segunda luna de cada año
rendían agradecimiento a Pachacámac (dios supremo) por la fertilidad y
productividad del suelo, y un homenaje al Cacique. Las tribus se
concentraban en grandes grupos para saludar al Cacique Huaranga y participar en
la reunión que robustece las bases de su sociedad comunitaria local, al
vivir congregado el aborigen se identifica en grupo y es esencialmente un ser
colectivo. En esas circunstancias las diferencias individuales desaparecen, sin
consideraciones de clase social, edad, sexo, etc. Todos gozaban por igual, es
ése el origen de nuestro Carnaval, en el que por tres días les agradaba
bailar y cantar, transformaban sus rostros con pintura, se disfrazaban con
pieles de animales, les agradaba beber mucha chicha, comer bien y celebrar con
su música e instrumentos su ritual.
En tiempos contemporáneos y
basados en los elementos de la tradición, surge un nuevo reconocimiento en este
caso al patrón o hacendado que recibía ofrendas recolectadas por sus trabajadores
en sus tierras durante un año, dicho regalo es el conocido “Camari” y
seguramente el origen de nuestro Taita Carnaval, aquí él brindaba chicha
y licor a los indígenas, ésta era una celebración donde la igualdad y el
compartir eran las premisas.
Es curioso las coincidencias y
semejanzas de las celebraciones del viejo mundo y nuestro Carnaval, identificar
que ambas corrientes se fusionan y mantienen elementos propios comunes,
asociadas a fenómenos espirituales, astronómicos y a ciclos naturales; la
utilización de máscaras, danzas, cantos, música y el agua.
Es
deber de nosotros, los ecuatorianos, resaltar y rescatar estos valores, con el
respeto a la diversidad en las formas de celebrar esta fiesta y a los
diferentes criterios personales. Utilizar con mesura el líquido vital que es un
recurso primordial del Ser Humano, entendiendo que existen formas de disfrutar
de esta tradición sin agredir a los transeúntes. (HC/DG)
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