Ecuador cuenta con 52.300 guardias de seguridad privada
La acreditación de 10.334 guardias de seguridad privada realizada
el jueves pasado, de forma simultánea, en Quito, Guayaquil y Cuenca, define la
estructura de lo que las autoridades de seguridad nacional buscan para este
sector: personal capacitado y empresas que cumplan con todas las regulaciones
del caso, entre ellas la portabilidad de armas de fuego, uno de los temas que
más preocupa a la ciudadanía.
Los
uniformados privados fueron acreditados por el Ministerio del Interior para que
puedan ejercer sus labores, luego de que siguieron un curso de capacitación de
120 horas, en módulos de 2 meses de duración, en alguno de los 4
institutos aprobados previamente por esa cartera de Estado. El curso forma
parte del trámite que deben completar los hombres y mujeres aspirantes a
guardias para que sean autorizados a prestar sus servicios en distintas
áreas que requieran de esa actividad.
Según los
registros del Centro de Control de la Seguridad Privada (COSP) hay 52.300
guardias de seguridad privada operativos a nivel nacional, lo cual supera la
cantidad de Policías a nivel nacional (43.000, aproximadamente). A ese
número se suman 4.909 personas que realizan labores administrativas, gerentes y
supervisores.
Por eso
existen “controles rigurosos del personal que conforma esas compañías”, señala
el mayor Guillermo Salas, jefe del Centro de Control de la Seguridad
Privada (COSP), organismo que la Policía Nacional creó para mantener un
registro de este tipo de entidades, las cuales tienen que cumplir requisitos
estrictos para su funcionamiento.
Este
esfuerzo se enmarca en la nueva directriz del Ministerio del Interior y la
Policía para asegurarse de que las compañías privadas cuenten, además, con
personal idóneo, que conozca sus atribuciones. La capacitación del personal se
realiza a través del programa Guardias y Policías en Alerta por la Seguridad
Ciudadana, más conocido como Gypasec, que en sus dos años de funcionamiento ha
actualizado a cerca de 23.000 servidores de esta actividad laboral.
El Gypasec
es un programa dirigido a la certificación y actualización de contenidos de
seguridad ciudadana, dar a conocer el marco legal de esta actividad, derechos
humanos, tratamiento a personas con atención prioritaria y prácticas de tiro.
Tiene un enfoque sistémico de seguridad integral que incorpora “a la comunidad
organizada en procesos de seguridad”, en corresponsabilidad con las nuevas
formas de convivencia e inclusión social.
Precisamente,
quienes obtuvieron sus credenciales están ahora más capacitados para su labor.
Incluso, como parte del esquema integral que se maneja, el documento
(carné) que se le entregó a cada uno de los 10.334 guardias capacitados tiene una
barra de datos que es única para cada portador, con el fin de evitar
falsificaciones.
Sin embargo,
pese a los avances logrados, aún hay temas por resolver, como el uso y los
permisos para la adquisición y portabilidad de armas por parte de las compañías
del sector.
Luis Mena,
presidente de la Asociación de Empresas de Seguridad (Anesi), afirma que una de
las dificultades que enfrentan es la falta de armamento, pues desde el 2007
están prohibidas las importaciones e incluso a todas la fábricas artesanales
les retiraron los permisos el mismo año.
“Obtener las
armas por la vía legal es importante, porque la disuación funciona a través de
ese elemento”, asegura Mena.
Explica
que el SRI fijó en el reglamento para el pago de Impuestos a Consumos
Especiales (ICE) una carga del 300% a las armas. “Eso limita la compra”, además
de que ese impuesto se lo traslada al cliente, lo cual, según Mena, ha
encarecido el servicio.
La
prohibición de las importaciones ha limitado el mercado y al momento se negocia
con lotes que pertenecen a personas particulares o de empresas de seguridad que
cierran sus operaciones y rematan sus armas, explica el presidente de Anesi.
“Esto mantiene a las compañías privadas en un problema, ya que no pueden
equipar a sus hombres efectivamente”, dice.
“La
Asociación de Tiradores y la de Ganaderos lograron que les exoneren ese
impuesto, lo cual me parece ilógico; para un deportista no hay impuesto, pero
se lo cargan a alguien que las necesita como una herramineta de trabajo; lo
cual limita mucho a las compañías de seguridad para brindar una mejor
protección”, indica Mena.
Fuente: El Telégrafo/cre.com
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